Prométeme todos tus días by Clara Álbori

Prométeme todos tus días by Clara Álbori

autor:Clara Álbori
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2017-09-17T22:00:00+00:00


Capítulo 20

—¡¡Neida!! —recriminó Aria a su amiga.

—¿Qué?

—¿En qué quedamos?

—No, no, ¡quedaste tú! Ya te dije que yo iba a malcriar a mi ahijada.

Aria suspiró mirando las nuevas cosas que Neida había comprado a Lara. Esa mañana la había despertado para llevarla a la buhardilla antes de que se fuera a sus clases. Aria ya sabía que ahí arriba había ya varias cosas para el bebé, pero ahora Neida había añadido dos más para la colección. Un cochecito de color rosa y un armario lleno de ropita. Definitivamente, Logan tenía razón. ¡Neida estaba como una regadera!

—Además, si te sirve de consuelo, lo he pagado a medias con el padrino.

—¿El padrino?

—¡Ese soy yo! —dijo Logan a sus espaldas.

Aria dio un brinco al escucharle y se llevó una mano al pecho. No sabía que hubiera pasado la noche allí. Cuando regresó el día anterior de trabajar, Neida estaba sola y con una cara de felicidad pura. Lo único que se le ocurría era que Logan había hecho como Romeo y de madrugada se había colado por la ventana en la habitación de su amiga. Menos mal que no les había escuchado. Ya había sido suficiente para ella verles desnudos en el sofá. Aunque cuando lo hizo estaba tan cansada que le dio igual pillarles. Lo único que le quería en aquel momento era tumbarse.

Cuando Logan se fue, Neida fue a su habitación y comenzó a explicarle a Aria lo que había sucedido. Le dejó claro que no iba a volver a dejar que un hombre le hiciera daño, así que solo disfrutaría del sexo sin sentimientos de por medio. Aunque tras decir aquello, Neida la miró y le confesó que lo más probable es que aquello se complicara. Pensó en llamar a Logan para no volver a verse, pero Aria la convenció para que simplemente disfrutara de lo que le llegaría. Se notaba a la legua lo que ambos se gustaban y sabía que si Neida cortaba, no dejaría de darle vueltas a la cabeza pensando si había hecho lo correcto.

—¿Has pasado la noche aquí? —le preguntó Aria.

—No. Neida me llamó a las seis para que viniera a montar el armario y el cochecito. —Miró embobado a la chica que le volvía loco—. Y así de paso, vamos juntos a la universidad.

—Dejad de follar con la mirada un momento —se interpuso Aria—. ¿Padrino?

—Se autoproclamó ayer al enterarse de que yo soy la madrina.

—Bueno. —Rio Aria—. Tendrás que hablar con tu hermano. Yo elegí la madrina. —Ee agarró al brazo de Neida—. Él debe escoger padrino.

Minutos después, Logan y Neida se despidieron de Aria y esta regresó a la cama para continuar descansando. Aunque le fue imposible conciliar de nuevo el sueño. El día de ayer había sido demasiado intenso. Se sentía más ligera al quitarse el enorme peso que llevaba a sus espaldas. No sabía de donde había sacado el coraje para hablarle de Lara a Zach, pero no se arrepentía. Era cierto que le había dolido mucho recordar aquello, pero tras aquel sufrimiento, ahora se sentía muy aliviada.



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